Memento mori

Cuando la tarde languidece y tu sombra desaparece,
recuerda que morirás.
Si Dios te ha condenado o tú sientes que de ti se ha olvidado,
piensa; no es él ejerciendo su poder sino tú mismo quien al abandono se ha retirado
el sufrimiento es momentáneo, te repites, ¿pero hasta cuándo?
Solo la muerte es obligatoria
pues el resto de padecimientos del ser humano son elección propia.
Y tu sufrimiento no es nada,
comparado con el de aquel al que menos se le ha dado,
 pero si ni eso te consuela,
recuerda que morirás.
Le dices no al conformismo diario, la subordinación te hastía
e intentas recapacitar ¿qué ha pasado?
cuál fue el punto de quiebre para este malhadado
crees que tu sentir te ha traicionado
el sufrimiento es momentáneo, te repites, ¿pero hasta cuándo?
Miras atrás; te increpan los otros ¡nada has logrado!
¿Pero porque tanto pesimismo?
¡Aléjate de mi pensamiento nebuloso!
no es cierto que aquello dentro lo tenga yo grabado.
Mi conciencia me protesta: es cierto que mayor que los problemas Dios nos ha creado.
No obstante, sientes que te amilanas,
se apodera de ti el miedo al gran final que se acerca con los años,
¿pero porque dices que nada has logrado?
Contén esas ganas de medir las cosas en riqueza que no has acumulado,
de ser así, siempre vas a vivir frustrado,
comparando lo que otros tienen con lo que Dios te ha quitado.
Si aun así no te reconforta el alma saber que tú eres acaudalado,
solo basta con medirla; miserable ser ordinario,
con la sempiterna única luz que emites a diario
a ningún ser sin mácula Dios ha creado.
Pero si ni esa lisonja llena tu vacío, no te compares
pues tú de alma eres adinerado,
el sufrimiento es momentáneo, te repites, ¿pero hasta cuándo?
recuerda que morirás.
Si en tu existencia, llegase el día que frente a unos ojos sinceros delante de un espejo te veas despojado
y te prometes que todo esto es verdad; no será necesario pedir más bondad.
Aférrate a la honestidad; fatuo nihilista,
porque si llegase el día que te olvidases de la misericordia que por ti sintió la vida
recuerda que no morirás; serás asesinado por la plausible orfandad del olvido.
¡Cuánta vanidad!
Y te compadezco; mísera criatura solitaria,
si crees falazmente que el vacío que sientes será llenado por un congénere,
iluso andas indagando por el tiempo de su aparición,
pues crees que su figura llenara tu existencia; carente de atavíos,
en la cara yo te restregaré,
que los que como tu nacieron,
en la espera han de quedarse pues ese es el precio que se paga
por abrir los ojos antes de nacer.
Preguntas al destino y a Dios ¿qué es lo que será de ti si no acude esa persona a tu encuentro?
Te recuerdo, tu camino ya está fríamente trazado,
así nades a contracorriente y tu dolor lo vuelvas tolerable,
 en el rio de la vida ya solo te has de haber quedado,
y no hay nada más que recriminar, tienes lo que te has buscado.
Ni tus lágrimas convencerán al loado,
cuando acuda por fin a tu llamado en tu lecho ya desolado
y en subliminal lenguaje intente consolar en vano al desconsolado:
"Te dije que solo has venido y solo te he dejado,
para que entiendas que cuando no acudo
 es porque de consuelo en toda tu existencia te he enviado a varias personas que tú mismo has ignorado".
No reproches nada y di adiós al sufrimiento,
cierra los ojos; vuelve a la vida a nacer de nuevo y cultiva todo lo que ante ti he colocado.
Vive tranquilo y sin más pesar.
Y el día que retorne esa ideología absurda y melancólica, acéptala con la frente en alto
pues viene ya de tu pasado,
recuerda lo que te di, y comparte la vida que te ha tocado,
la escasez es un regalo.
Ahora observa tu nueva vida, solo la tuya, sin comparación con el de al lado,
ve lo mucho que has caminado y se sensato contigo mismo,
aférrate al sosiego del que te he facultado,
la felicidad no es una estación a la que se llega, sino una manera de viajar.
No derrames tu fe en mí sino en ti; no te pido que me coloques en un altar,
podrá la creación superar a su creador, mas en la muerte no te he de auxiliar.
Quien juega a ser dios se arriesga a que lo vuelvan inmortal,
juzgado y solo te puedes quedar,
y recuerda que algún día; insolente humano,
olvidado, morirás”.



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